lunes, 26 de agosto de 2013

Todo Cambia

Cómo poder expresar lo que tu corazón quiere callar.
Cómo intentar callar todo lo que tienes que expresar.
Cómo tomar la decisión correcta, cómo saber si está bien, si está mal.
Cómo seguir hacia delante sin que sea tán difícil.

La vida pesa, y no solo la vida, también todas aquellas decisiones que tenemos que ir tomando a lo largo de esta, y que la convierten en algo aún más pesado.

Hoy se me plantea una pregunta, como una moneda lanzada al aire.
Antes de que esa moneda llegue al suelo, las posibilidades son tres:
Cara, cruz y canto.

Ahora mismo esa moneda sigue en el aire, esperando el día en el que pueda aterrizar, dando una respuesta a la pregunta que la acompaña.

El secreto se esconde en cómo hacer que caiga la moneda.
Que el resultado sea el más favorable.
¿El sufrimiento? Eso ya no me preocupa.
Las 3 decisiones llevan consigo el peso del dolor.

Sin embargo, si el resultado es favorable, al fin de al cabo el dolor será más llevadero, por lo tanto que la suerte acompañe es algo importante.

Cuando compartes 8 meses de tu vida con una persona
es muy difícil decir adiós,
sobretodo cuando en ese instante solo recuerdas los buenos momentos.

Pero como dicen. donde una puerta se cierra, otra se abre,
y si para eso me toca verter lágrimas.
Que así sea.

Solo espero, que la moneda haya caído en el lado correcto.





lunes, 8 de abril de 2013

Aprendiendo a Volar

Pasan los años. Los meses. Las semanas. Las horas...
El tiempo pasa y a veces casi ni nos damos cuenta.
Y es entonces cuando llega un momento en nuestra vida 
en el que nos paramos a pensar y nos preguntamos...
¿Cómo he llegado hasta aquí?

Entonces comenzamos un viaje a traves del tiempo y del espacio 
recordando aquellos momentos pasados que 
han hecho de ti lo que hoy eres.
Qué puedes esperar una vez sabes lo que has sido 
y en lo que te has convertido.

Solo existe una respuesta.
Siempre apunta hacia lo más alto.

No es malo tener ambiciones,
 pues ellas son las que nos empujan hacia delante
y las que nos llevan a querer mejorar, superándonos a nosotros mismos.
Pero también hay que saber ser humilde.

Hay que saber buscar el equilibrio justo de las cosas,
pues ser demasiado ambicioso puede convertirnos 
en personas arrogantes.
Ser demasiado humilde puede conseguir que 
no nos valoremos lo  suficiente
y por ello nos quedemos a mitad del camino.

Pero todo tiene término medio.
Hay que luchar, seguir adelante y no abandonar.

Saber cuando hay que tomarse un respiro, 
pero nunca levantar la bandera blanca.

Saber reconocer cuando nos perdemos, y aceptar la amabilidad 
de aquellos que intentan ayudarnos a forjar un nuevo camino.

Saber apreciar las cosas que tenemos, pues como bien se dice,
nunca se sabe lo importante que es hasta que lo perdemos.

No es fácil adentrarse en el mundo de los recuerdos y 
salir de allí sin ningún tipo de herida abierta.
Tampoco es fácil que deje de doler.
Pero nunca diré que es imposible.

Toda herida cura. Toda herida deja de doler.
Puede que deje una cicatriz que jamás te abandone.
Pero, eso es bueno, pues estará ahí siempre que quieras volver
a vivir ese sueño que finalizó.

Todos y cada uno de nosotros a lo largo de nuestra vida
libraremos batallas que nos parecerán interminables.

Victorias.
Derrotas.

No importa siempre y cuando luchemos hasta el final,
hasta que podamos decir: "lo he dado todo de mi".
Y a pesar de no haber vencido, seguirás adelante hasta conseguir la victoria.

Y cuando eso ocurra, sabrás que todo el esfuerzo, ha merecido la pena.
¿Y de dónde surge todo esto?
Pues, la respuesta es bien sencilla.
Todo esto surge de una vieja herida.

Una vieja herida que, despues de tanto tiempo, por fin puedo decir
que se ha curado, dejando tan solo una cicatriz.
Y lo admito, no es cualquier cicatriz, eso ya lo se.
Pero al menos por fin está cerrada y aquellos recuerdos jamás volverán a hacerme daño.

Demasiadas cosas han pasado desde aquello.
Demasiadas cosas de las cuales he podido aprender, mas
todos sabemos que solo avanza aquel que es capaz de aprender
tanto de sus errores como de aquello que hace correctamente.

Y también aquellos que no aprenden solo de ellos mismos,
también de los demás.

Poco a poco voy construyendo junto a todos aquellos a los que amo
una vida que espero disfrutar al máximo.
Hoy es el día en el que miro hacia atrás y nada puede hacerme daño.
Porque por fin lo he comprendido.

Por fin he comprendido que no hay nada que hacer,
que lo he dado todo de mi, y que la batalla está ganada.
Porque he conseguido admitir de una vez por todas que, esta historia,
ha llegado a su fin.

He ganado la batalla porque a pesar de todo, 
la única que ha luchado aquí soy yo.
Y ahora después de tanta sangre derramada,
sigo aquí de pie, sonriendo.

He tardado. Me ha costado mucho tiempo conseguirlo.
Esta herida ha sangrado más de la cuenta, pero he aprendido más de lo que podais imaginar.

Estuvimos juntos, y me enorgullezco al decir que todo ese tiempo fue increible,
y que la felicidad que albergo en mi es realmente intensa.
Y durante todo ese tiempo, hicimos historia.
Nuestra historia.

Pero, lo bueno siempre acaba, pues hay que dar
paso a cosas mejores que seguro vendrán a continuación.
Por eso, esa historia ahora forma parte de lo que fue 
y que nunca volverá a ser.
Ahora, me adentro en un gran laberinto en el que cualquier cosa puede sorprenderme.

El "nosotros" se acabó, pero eso no significa que se haya acabado el "yo".
Se han separado los caminos, pero puedo continuar adelante sin ti.

Me hubiera gustado mucho que siguieras ahí, formando parte de mi historia.
Me hubiera gustado que hubiera seguido ese "nosotros", a pesar de ser distinto.
Pero ya me has demostrado con creces que ese "nosotros" acabó aquella noche de septiembre.
A pesar de que tus palabras quisieron mantenerlo, tus acciones no lo han conseguido.

Pero no te culpo por ello.
Es tu decisión y la respeto.

Se de sobra que ni me he tomado las molestias en preguntar, pero creo que es obvio.
He intentado hablar contigo, he puesto de mi parte lo que he podido.
Sin embargo, creaste un vacío donde dejarme a un lado y seguir con lo tuyo, sin querer escuchar.

Nunca me has negado la palabra, pero tampoco has querido darme importancia.
Realmente me hubiera gustado ser tu amiga y no dar por perdidos
los grandes momentos que podriamos seguir viviendo.

Pero no soy la única que juega la partida, y hay que respetar a los demás jugadores.
Me alegro mucho por haberte conocido, por haber compartido todo lo que ahora queda atrás.
Por haberme hecho feliz en su momento.

Ahora solo puedo decir gracias.
Gracias por haber estado ahí, se que nos seguiremos encontrando de vez en cuando
y que seguiremos compartiendo risas y momentos.

La única diferencia, esque ya no formas parte de mi historia,
ahora tan solo eres un personaje más, la historia puede continuar sin ti.
Ya no eres importante.

Ahora que he dejado atrás las cadenas, 
que puedo abrir mis alas hacia el nuevo mundo sin sangrar.
Puedo lanzarme al vacío.
Y continuar este vuelo, libre, al fin.

Porque a pesar de haber aprendido mucho 
a lo largo de mi vida.
Aún queda mucho que aprender.
Sigue adelante.
Y vuela hacia lo más alto.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Pequeña Criatura Muerta

Y... un día pareció esfumarse.
Y... un día simplemente... resurgió de sus cenizas.
Y... un día lo único que hizo fue darse cuenta de su sufrimiento.
Un sufrimiento cruel que había vuelto a renacer.

Sí, se dió cuenta de que ese sufrimiento cargado de ira que acechaba cada poro de su piel se había logrado colar en su cuerpo a traves de todos esos poros hasta dejarla sin respiración.

Una respiración que ya resistia inutil, pues de poco le sirve el aire a una criatura muerta.
Muerta por dentro. Muerta por fuera.
Mas su rostro ya no reflejaba vida alguna, tan solo un gran pesar que día tras día hacía crecer el dolor.
Dolor en la mente. Dolor en el corazón.

El tiempo se transformó en una caja llena de lágrimas que, sin demora alguna, poco a poco se quedaba vacía cual reloj de arena
Y cuando esa caja al fín secó... solo quedó un hueco entre la oscuridad.

Tal abismo se escondía tras esos ojos sin vida, que los sentimientos ya no significaban nada.
El amor que una vez hubo, quedó en el olvido.
La ira que en su pecho acumulaba, se consumió para no volver
La tristeza que la precedió, permaneció en un letargo marchito.

Solo quedó el dolor estancado en el limbo.

Todo lo que un día conocío lo guardó en lo más alto de una torre, arrojando la llave hacia las garras de esa ira que una vez sintió, pues bien sabía que ella no se la devolvería.
Y comenzó su viaje a través del mundo de las sombras.
Un mundo entre la vida y la muerte. Un viaje condenado a un vagar sin fin.

Ella no lograba entender porqué.
Por qué si estaba muerta podia seguir respirando,
seguir caminando sobre sus pies,
seguir observando a través de sus ojos vacíos.
  
Aunque, no le importaba, pues ya no podía sentir nada.

Y aquellos que la rodeaban podían mirarla, podían sentirla.
Pero ella no tenía consciencia de ellos.
Tan solo una mirada perdida y una inexistente sonrisa reflejaban su soledad.

Creia hayar la paz a través de su propia oscuridad.
Pero es imposible encontrar luz allí donde no hay nada.
Aunque eso, tampoco importaba, pues ya no podía sentir nada.

Olvidó lo que era soñar.
Sus deseos ardieron y se consumieron en el fuego de la eterna desesperación.
Todo se reducía a una infinita cavidad hueca.

Pero era como una bomba de relojería.
Pronto se dió cuenta, de que el bloqueo de sus emociones tenían alguna razón de ser.
Y esa razón, fue el resurgir del dolor, del sufrimiento.
Su condena eterna.

Se dirigió hacia el espejo.
Miró sus ojos, vió su propia rendición.
Tras ellos se escondía la verdad. La única verdad.
Se enfrentó a ella.

Ella creía no sentir, creía estar vacía.
Creía ser tan solo un punto muerto.

Pero... en realidad no estaba vacía.
Al contrario, estaba llena. Llena de dolor ciego y despiadado, devorador de almas y pasiones.
Devorador de vidas.
Su vida.

Jamás dejó de sentir.
Todo sentimiento, ilusión y sueño fueron consumidos.
Primero por la ira.
Después, por la tristeza.
Por último, por el dolor.

Había preferido creer que era incapaz de sentir.
Solo con el fin de bloquearlo.
Solo con el fin de poder hayar descanso.

Pero había descubierto la verdad tras aquel espejo. Cayó el telón, y con él, la función.

Dirigió su mirada hacia la ventana.
Pensó en la eternidad que parecia envolver al cielo y a las estrellas.
Una eternidad, que al fin de al cabo, un día llegaba a su fin.
 Pero en aquella noche cubierta de estrellas nació una última plegaria.

Un último anhelo nacido de la última esperanza que le quedaba.
Quería ser eterna.
Navegar más allá de las estrellas, hayar por fin la paz en la eternidad.

Consumida y cegada por ese amor que un día rompió su corazón dando paso a la condenación...
Rompió el espejo.
Y de todos aquellos pedazos en los que ella veia reflejados partes de su alma muerta,
recogió uno de ellos y se dirigió hacia la azotea.

Una vez allí, contemplando las estrellas, cortó su piel sin ni siquiera dudar.
Y allí se tumbó. Y allí esperó.
Lentamente por su ropa, su piel, y el suelo se esparcía el espeso rubí que le guiaría hasta el descanso eterno.

Por primera vez en mucho tiempo, dibujó una sonrisa en su rostro.
Por primera vez en mucho tiempo, se sentía aliviada.
Por primera vez, en mucho tiempo, encontró la paz.

Ahora, puedes ser eterna.
Pequeña criatura muerta.