miércoles, 13 de mayo de 2020

Nada

Creer.

Qué palabra más bonita... ¿Verdad?

Creer en algo puede ser una fuente de inspiración, una última esperanza, una guía ante lo desconocido o lo que nos da miedo.

Pero muchas veces, nos lleva a transitar por callejuelas nocturnas, vacías de luz y llenas de peligros.



Creer... 
Creer que merecemos cuanto deseemos y más.
Creer que estamos por encima de todo y de todos.
Creer que somos inteligentes mientras nos ahogamos en nuestra propia ignorancia.
Creer que tenemos que pasar por encima de cualquier obstáculo sin detenerse, que lo único que importa es que se alcen victoriosas la Avaricia y Egoísmo personal.
Creer que podemos coger cualquier cosa a nuestro alcance y, peor aún...

Creer que es nuestro derecho.

Sucumbimos ante nuestro Ego día tras día, y lejos de quedar contentos provocamos que todo lo que nos rodea quede también sometido ante él.

¡Arrodillaos!

Habrá castigo para todo aquel que no responda con su debida reverencia.
No quedará superficie sin pulir en este mundo ajado, ni maleza sin arrancar en este bosque viejo.

¡Servidme!

Mis deseos serán satisfechos, pues soy el ser supremo, y mi autoridad debe quedar intacta. 
Mi miseria es, ante todo, el peor de todos los males. 
No habita en este universo ser o coyuntura cuya magnitud sea lo bastante importante como para desatender mis necesidades.

¡Callad!

Vuestra irritante voz genera controversia y repugnancia en mis entrañas.
No atenderé a razones despojadas a priori de su relevancia en función de las creencias o valores que desequilibren la balanza de mi arrogancia.
El veredicto no puede quedar en entredicho.



La imposición como defensa ante la propia dictadura

La ignorancia coronada por su linaje.

Las hazañas, perdidas entre las cerdas de una escoba, barridas junto al polvo.


Y, aún así, seguimos digiriendo nuestras propias mentiras, escupiéndolas mientras aún nos quede saliva.


De verdad... ¿Crees que te mereces algo?

¿Crees que te queda algún derecho que exprimir? ¿Alguna lágrima de la que beber?


No.


No mereces tener nada.